Los relatos de la abuela
Sábado 31 de diciembre de 1988 (EL Dictamen)
Era un trencito, hace muchos años, que comunicaba la gran región cafetalera y dos municipios: Tomatlán e Ixhuatlán con todas sus congregaciones y rancherías (sic), se llamaba “ Huatusquito” y recorría de Córdoba a Coscomatepec de Bravo, porque en realidad nunca llegó a Huatusco y en Cosco sólo tenía su estación en la última manzana. Hacia dos servicios, de mañana y de tarde…..
Su maquina era de vapor, por lo tanto cargaba su propia leña y gran tanque de agua. En su [recorrido] de subida, dejaba el agua en un gran tanque que existía en Tomatlán y de bajada surtía otra vez su agua. En tiempos de seca llevaba doble cantidad, pues el pueblo acarreaba agua para sus animales, que era cargada en jumentos en cuatro grandes latas o en dos enormes ollas de barro. El agua de consumo humano era tomada de un gran nacimiento llamado “de Aquino”.
Su vía era angosta y sus vagones pequeños: Sólo tenían cabida para veinte adultos y la “Primera” sólo llevaba diez asientos; dos kilómetros antes de llegar a la estación pasaba un puente de hierro muy alto, que según decían , había sido construido en Alemania y desde ahí, poco antes de llegar a Tomatlán, silbaba alegremente y además repiqueteaba su campana. Circundaba tres cuartas partes del pueblo y caminaba tan despacio que los niños del lugar lo abordaba al paso y algunos no se bajaban hasta llegar a la última calle en su viaje por el contorno.
Los chicos regalaban a la tripulación frutas, verduras y algún pollo gordo ( La mayor parte no daba nada), pero siempre eran bien recibidos y les era permitido el paseo.
La llegada del trencito era motivo para reunirse de nuestra gente, entre ellas algunas parejas que de ahí “platicaban”; además, iban al Express por sus encargos: el equipo de novia de la rica heredera, un motor para el molino de nixtamal, el paquete de casimires para los chicos bien y el correo para todo el pueblo.
En tiempos de cosecha de café, hacía varios viajes para llevar a Córdoba el grano a los grandes beneficios. Esta circunstancia era aprovechada por los comerciantes para llenar sus bodegas de los artículos necesarios al diario vivir: Petróleo, harina, cerillos, costales para el maíz, sombreros, telas, mangas de hule, lámparas, etc., etc.
Abordando en el pueblo a las ocho de la mañana, se llegaba a Córdoba a las 10.00 a.m. Había tiempo para regresar a las 7 de la tarde. Se iba de compras, a ver al doctor, a ver aparadores, comprar revistas, (la familia), El dictamen y el Excélsior los traía diariamente el agente de publicidad del tren.
Durante la peste (viruela negra) que azotó a la región por los años cuarenta, fue declarada “cuarentena” en el lugar, así que el tren sólo descargaba los alimentos y medicinas, vendas y ropas, que nos llegaron a escasear; este servicio fue absolutamente gratuito y toda la tripulación cooperó, pues con su ayuda se salvaron muchas vidas, sobre todo los niños.
En esos aciagos días, sólo se acercaban a la estación los diez federales y el sargento, además de la maestra que distribuía los encargos y recibía las vacunas que ella aplicaba a la población. La maestra fue inmune a la peste y hoy cuenta 77 años….el tren no se detenía: sólo iba más despacio que de costumbre y con solo su tripulación valiente, pues se negaron a dejarnos sin su ayuda. Héroes sencillos, hombres recios que amaban su trabajo. ¡Honor a ellos!
Con la llegada de la carretera Fortín – Huatusco – Conejos, el tren vino a menos, llegaron camiones y autos al pueblo y el “Huatusquito” fue declarado innecesario y así desapareció. Su vía fue levantada y hay noticias de que el material del puente y máquina y vagones, reposan cerca de un ingenio que se localiza en Atoyac, entre Córdoba y Veracruz. Nunca lo pusieron en servicio nuevamente y debe sentir su abandono. Su tripulación mayor fue jubilada y los jóvenes fueron comisionados a otras rutas…..
Si algunos leen estas líneas, reciban un saludo afectuoso de La Maestra….
Era un tren de juguetería…..
La Abuela
Maestra María del Pilar Revuelta de Prado.
Sábado 31 de diciembre de 1988 (EL Dictamen)
Era un trencito, hace muchos años, que comunicaba la gran región cafetalera y dos municipios: Tomatlán e Ixhuatlán con todas sus congregaciones y rancherías (sic), se llamaba “ Huatusquito” y recorría de Córdoba a Coscomatepec de Bravo, porque en realidad nunca llegó a Huatusco y en Cosco sólo tenía su estación en la última manzana. Hacia dos servicios, de mañana y de tarde…..
Su maquina era de vapor, por lo tanto cargaba su propia leña y gran tanque de agua. En su [recorrido] de subida, dejaba el agua en un gran tanque que existía en Tomatlán y de bajada surtía otra vez su agua. En tiempos de seca llevaba doble cantidad, pues el pueblo acarreaba agua para sus animales, que era cargada en jumentos en cuatro grandes latas o en dos enormes ollas de barro. El agua de consumo humano era tomada de un gran nacimiento llamado “de Aquino”.
Su vía era angosta y sus vagones pequeños: Sólo tenían cabida para veinte adultos y la “Primera” sólo llevaba diez asientos; dos kilómetros antes de llegar a la estación pasaba un puente de hierro muy alto, que según decían , había sido construido en Alemania y desde ahí, poco antes de llegar a Tomatlán, silbaba alegremente y además repiqueteaba su campana. Circundaba tres cuartas partes del pueblo y caminaba tan despacio que los niños del lugar lo abordaba al paso y algunos no se bajaban hasta llegar a la última calle en su viaje por el contorno.
Los chicos regalaban a la tripulación frutas, verduras y algún pollo gordo ( La mayor parte no daba nada), pero siempre eran bien recibidos y les era permitido el paseo.
La llegada del trencito era motivo para reunirse de nuestra gente, entre ellas algunas parejas que de ahí “platicaban”; además, iban al Express por sus encargos: el equipo de novia de la rica heredera, un motor para el molino de nixtamal, el paquete de casimires para los chicos bien y el correo para todo el pueblo.
En tiempos de cosecha de café, hacía varios viajes para llevar a Córdoba el grano a los grandes beneficios. Esta circunstancia era aprovechada por los comerciantes para llenar sus bodegas de los artículos necesarios al diario vivir: Petróleo, harina, cerillos, costales para el maíz, sombreros, telas, mangas de hule, lámparas, etc., etc.
Abordando en el pueblo a las ocho de la mañana, se llegaba a Córdoba a las 10.00 a.m. Había tiempo para regresar a las 7 de la tarde. Se iba de compras, a ver al doctor, a ver aparadores, comprar revistas, (la familia), El dictamen y el Excélsior los traía diariamente el agente de publicidad del tren.
Durante la peste (viruela negra) que azotó a la región por los años cuarenta, fue declarada “cuarentena” en el lugar, así que el tren sólo descargaba los alimentos y medicinas, vendas y ropas, que nos llegaron a escasear; este servicio fue absolutamente gratuito y toda la tripulación cooperó, pues con su ayuda se salvaron muchas vidas, sobre todo los niños.
En esos aciagos días, sólo se acercaban a la estación los diez federales y el sargento, además de la maestra que distribuía los encargos y recibía las vacunas que ella aplicaba a la población. La maestra fue inmune a la peste y hoy cuenta 77 años….el tren no se detenía: sólo iba más despacio que de costumbre y con solo su tripulación valiente, pues se negaron a dejarnos sin su ayuda. Héroes sencillos, hombres recios que amaban su trabajo. ¡Honor a ellos!
Con la llegada de la carretera Fortín – Huatusco – Conejos, el tren vino a menos, llegaron camiones y autos al pueblo y el “Huatusquito” fue declarado innecesario y así desapareció. Su vía fue levantada y hay noticias de que el material del puente y máquina y vagones, reposan cerca de un ingenio que se localiza en Atoyac, entre Córdoba y Veracruz. Nunca lo pusieron en servicio nuevamente y debe sentir su abandono. Su tripulación mayor fue jubilada y los jóvenes fueron comisionados a otras rutas…..
Si algunos leen estas líneas, reciban un saludo afectuoso de La Maestra….
Era un tren de juguetería…..
La Abuela
Maestra María del Pilar Revuelta de Prado.
