domingo, 30 de agosto de 2009

ACTEAL

IMAGEN DEL HORROR, DEL TERRORRISMO, DE LA GUERRA, PERO TAMBIEN DE LA INDIGNACION
Ante la masacre ocurrida en Acteal municipio de Chenalhó, Chiapas, se nos agotaron las palabras para describir y calificar la saña, los motivos y las intenciones de quienes asesinaron a éstas personas inocentes e indefensas del sistema opresor gubernamental municipal, estatal y federal de 1997.
Compartimos también el mismo sentir de José Saramago y de muchos extranjeros y mexicanos como es el caso de las Comunidades Eclesiales de Base de todo el país que en agosto de 1998 y miembros de ésta organización de derechos humanos visitamos la comunidad de Acteal. Desde muy temprano el 22 de agosto nos trasladamos a ésta comunidad, íbamos felices pero también con la expectativa de saber que nos esperaba. pasamos 2 retenes uno a la entrada de Chenalhò y otro en las Limas y encontramos en el camino patrullajes del ejército mexicano, en medio de la montaña y con un clima frío nos detuvimos, la razón el camino estaba bloqueado se había derrumbado parte del cerro, pensamos que no íbamos a llegar, nos pusimos a trabajar y quitar los escombros hasta que pudieron pasar los autobuses, parecía que nuestra presencia no agradaba a las autoridades y que no querían que fuéramos testigos de lo que pasaba en esa región. Grande fue la emoción al pasar por la comunidad de Polhó (centro del municipio autónomo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional) rodeado por un cinturón de valientes mujeres y niños tomados de la mano que día y noche se la pasan protegiendo a su pueblo e impidiendo la entrada de sus agresores, cerca también un campamento del ejecito mexicano que lo vigila. Al llegar al crucero de Majomut a dos kilómetros de Acteal y miembros de la sociedad civil las Abejas nos esperaban con flores, incienso, palmas, banderas, música y cohetes y en medio de dos vallas humanas para protegernos, empezamos a caminar, en el trayecto nos pasaron varios camiones de soldados sin ningún incidente así también pasamos los retenes; claro hay que aclarar que no tuvimos problemas porque sabían con anticipación que iba a llegar esta peregrinación, no porque les hubiésemos avisado sino porque usted sabe que el gobierno todo lo sabe y porque sabían que lo que íbamos a escuchar y a ver lo íbamos a dar a conocer en todo el país y dar una versión de los hechos, que ni vemos ni escuchamos en los medios de comunicación.
La emoción y muchos sentimientos encontrados iba en aumento pues al llegar a Acteal nos recibieron los familiares de las victimas y los acompañamos un rato junto a las tumbas de sus muertos al salir del cementerio nos entregaron una bolsita de tierra sagrada de éstos mártires, después de una eucaristía pasamos a una convivencia con los habitantes, en ésta ocasión fuimos nosotros quienes llevamos los alimentos para compartir con ellos ya que la situación de marginación y miseria en que viven no tienen que comer, ni casas o si se les llama casa a una pequeña hecha de palos y algunas con láminas o nailon y mucho menos muebles básicos como sillas o mesas no encontramos nada de eso, pues muchos son desplazados, es decir han tenido que huir a la montaña por la represión del ejército mexicano y por los paramilitares. Se vino la lluvia y nos refugiamos es éstas “casas” como pudimos y compartimos con ellos los alimentos calentándolos en una lumbre en el suelo; medio comimos y lloramos con ellos, la comunicación fue más con la mirada sentíamos su dolor y que nos decían hagan algo por nosotros, ellos hablan tzotzil aún así logramos comunicarnos.
Nuestros pensamientos en medio de ésta comunidad eran: ¿como fue posible atacar a personas inocentes orando?, donde esconderse y como y por donde correr si es un terreno de subidas y bajadas y junto a un barranco, el sólo imaginar la persecución nos aterroriza y nos indigna tal acción, al regreso ya por la tarde antes de que obscureciera regresamos a San Cristóbal de las Casas pero en el trayecto en los autobuses todos permanecimos callados y sin poder dormir, pues lo que vivimos quedó para siempre en nuestra mente y corazón y con el compromiso de dar a conocer lo que los medios no dicen.