domingo, 29 de junio de 2008

LA MEMORIA DE LOS ABUELOS


“EL mensajero” se ha dado a la tarea de rescatar anécdotas y memorias de los abuelos de Tomatlán, ya que olvidar nuestro pasado y nuestras raíces es no saber quiénes somos, ni adónde vamos.
En entrevista con el señor Trinidad Morales y su esposa María Murillo, obtuvimos información muy interesante.
Anécdotas e historias de los abuelos don Trini y doña María.

Sr.Trinidad y Sra. María: Bueno, primero quisiéramos aclarar que la nota que salió en el periódico del mes pasado (Mensajero mayo ) sobre el señor que quiso volar, no fue así como dicen, la verdadera historia es que el señor Vicente Zavaleta Rincón fue un hombre muy estudioso y fue alcalde de este pueblo por tres veces, le gustaba leer muchos libros y en esos libros encontró que el hombre volaría algún día y que las máquinas volarían junto con el hombre, entonces dijo: yo voy a hacer el experimento de volar, entonces él hizo alas de petate entretejidas con alas de ave, de guajolote, luego se subió a un jinicuile allá en la estación, ahora la Casa de Cultura, el árbol era grande y estaba enfrente de la estación, en lo de don Ángel, se subió a una horqueta y de ahí brincó y sólo se lastimó, pero no se mató, entonces de ahí en adelante se empezó a enfermar y como en aquel tiempo sólo había boticarios que sólo daban píldoras y como él se sentía enfermo le recetaron una pildorita que se tomara, y él pensó: de que me tome una mejor me tomo dos y esa fue su intoxicación y de eso murió.

Sr.Trinidad y Sra. María: Fíjate que la gente que más capital tiene es facilito de saber por qué, si se sabía que alguien vendía algo baratísimo por enfermedad u otra necesidad se lo compraban pero no a su precio sino barato, por eso se hicieron de capital cuando los que estuvieron en el gobierno, no digo que robaron no, se aprovecharon.

Sr. Trinidad y Sra. María: La suegra de Vicente Zavaleta, la señora Micaela Rivera Bobadilla tenía un hermano y un día un padre lo invitó a ir a un encanto del 23 para el 24 en la media noche de junio el día de los encantos, él se fue con el padre, que le dijo llévate varas benditas, cerillos benditos porque en la puerta nos vamos a encontrar un chivo que no nos va a dejar entrar y con las varas lo vamos a espantar pero va a haber montones de oro y de plata de cada lado y entonces vamos a ir caminando y agarramos lo que podamos y seguimos caminando saliendo al otro lado, así fue como se trajeron el oro y la plata, pero esas piedras ni las supieron utilizar las agarraron como algo común y para jugar como niños y luego cuando Micaela fue adulta las donó para la campana sin decirle a nadie.
El padre Manuel fue el que descubrió el nombre de la señora en la campana grande de la parroquia y que aún está, sólo que está cubierta de suciedad, pero ahí esta su nombre.


“El mensajero continuará en la próxima edición con esta entrevista a los abuelos